
- Hoy no traigo a este blog mis propias ideas sobre el tema que nos ocupa ya que, como ferviente defensor de la igualdad de la mujer en todos los ámbitos de la vida, probablemente no aportaría nada nuevo al debate. En vez de eso prefiero exponer la interesante teoría de una prestigiosa profesora de universidad y columnista en medios de derechas, Edurne Uriarte, en su libro “Contra el feminismo”.
Comienza nuestra catedrática reconociendo que muchas mujeres, incluida ella misma, tienen hasta cierto punto la percepción de que su trabajo es peor valorado que el de los hombres, pero que ese vestigio del pasado machista no explica las cifras que constantemente se publican sobre la diferente presencia de ambos sexos en la vida laboral y especialmente en la escala más alta. Nos cuenta entonces que hay una “ideología de la discriminación” que se refleja en la mayoría de los estudios sociológicos publicados sobre este tema: Proporción de diputadas en las cortes, de profesorado universitario, diferencias de salarios, de ejecutivas en las empresas, e incluso en la administración pública, etc. etc. que no tienen en cuenta los deseos o las necesidades de las propias mujeres, ya que estos estudios presuponen que si son el 50% de la población, deberían ocupar en 50% de los puestos de trabajo y en ellos se basan leyes que en realidad son discriminatorias para el hombre, como la de igualdad.
Se basa para decir esto en, por ejemplo, los datos de participación de mujeres en los partidos políticos. Se pregunta por qué las militantes han de ocupar la mitad de los cargos y las listas electorales cuando en el mejor de los casos no suponen más de un tercio de la afiliación. Porque seguramente el problema de la posible discriminación de la mujer en los partidos políticos no es otra cosa que el menor interés de éstas en la vida pública. Literalmente dice: “En realidad la ideología ha sustituido a los datos. En este terreno y en otros muchos, el feminismo ha prescindido de la sociología o de la ciencia política y el punto de vista meramente ideológico ha eclipsado el científico”. Y pone un ejemplo muy claro: Una tesis doctoral sobre las posiciones de poder en la escuela a cargo de Teresa García, profesora de la Universidad de Almería: Cuando se preguntaba a las maestras por qué no ocupaban cargos de dirección, jefas de estudios, etc. en los colegios en los que trabajaban, las respuestas reflejaban más bien una falta de ambición personal y un deseo de tener más tiempo libre para ocuparse de su familia que una discriminación real. Sin embargo, la autora de la tesis concluyó, un poco por su cuenta y prescindiendo de las opiniones de las encuestadas, que ese deseo no era una elección propia y personal, elegida libremente, sino fruto de la presión social hacia la mujer.
Edurne Uriarte concluye que, efectivamente, todas nuestras decisiones son en buena medida condicionadas por la sociedad, pero mientras no existan obstáculos legales o aislamiento social por hacer una elección u otra, todas son válidas. Y las mujeres, por regla general acaban eligiendo trabajar en puestos de menos responsabilidad o menos horas, e incluso dejar de trabajar, porque su prioridad puede ser la familia y el cuidado de los hijos. “Una consecuencia de esta dinámica es la reluctancia de muchas empresas a contratar a mujeres embarazadas o en edad fértil”. Y se dice que las empresas discriminan a estas mujeres sin tenerse en cuenta que ellas “se discriminan laboralmente a sí mismas cuando deciden dar prioridad a los hijos frente a la carrera profesional”.
En fin, creo que cuando menos es una teoría interesante que merece la pena debatir. Y creo que en este caso son las propias mujeres las que deberán opinar sobre si este planteamiento puede tener visos de validez o si no es otra cosa que una serie de ideas machistas en la mente de una mujer, cosa no muy rara por otra parte.
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